Esta es mi tercera novela.
Título: “El Inconformista”
Autor: Alejandro Maginot.
Venta: En Amazon.
Su lectura te sumerge en el viaje de un joven, entre
sus adversidades y una sed insaciable de libertad.
Esta es mi tercera novela.
Título: “El Inconformista”
Autor: Alejandro Maginot.
Venta: En Amazon.
Su lectura te sumerge en el viaje de un joven, entre
sus adversidades y una sed insaciable de libertad.
Subimos de la playa emborrizados de
arena, tú vas a ducharte mientras yo preparaba un refrigerio. Tras tomarnos el
refresco decido acabar un trabajo que tengo pendiente mientras tú vas a dormir
la siesta… no sin antes recordarme que te despierte en media hora.
Pasado ese tiempo entro en el dormitorio para
despertarte, estas desnuda y boca abajo… nunca dejo de excitarme contigo y en
esa posición ni te digo.
Entro con mucho sigilo, para muy dulcemente
avisarte que ya es la hora de levantarte… pero no lo hare paternalmente con un
beso en la frente.
Hoy el calor me tiene ardiente por lo que tu
despertar será diferente, así que narro sin rubor lo que te hago a
continuación:
Separo con mis manos tus tersos glúteos, dejando
tu “i” con su punto en un primer plano. Mi lengua enloquecida empieza a lamer
lo que por tu posición está por encima de tu vagina, y puedo jurar que no son
las islas Malvinas… es ese cráter que quiero lubricar con mi saliva.
Tú simulas que duermes, imagino que lo haces
porque estas muy caliente, lo sé porque disimuladamente te acomodas como cuando
te dispones a seguir escribiendo tu novela… por supuesto erótica.
Una vez tengo tu pozo lubricado, pongo mi
embolo sobre su boca para profundizar en el… como cubo que cae sobre el agua
sin soga.
Meto con suavidad mi ciclope por tu puerta
trasera, con la somera idea que gritando de placer levantes la cabeza… como si
te hubieras llevado una grata sorpresa.
Y tú
sigues disimulando con los ojos cerrados… mientras libidinosamente te muerdes
los labios.
Arqueo mi cuerpo sobre tu precioso trasero…
mientras como titánica espartana aguantas todo mi peso.
Empiezo a notar tu tembloroso placer al verte
encoger los dedos de tus pies… mientras yo entro y salgo sin dejar mi péndulo
colgando.
Y por fin das señales de vida llevando los
dedos de tu mano derecha a la vagina, te masturbas con celeridad como tren de
alta velocidad… y tu corazón parece que va a estallar.
Ajusto mi falo a tu ano, como perfecta cola de
milano… mientras te convulsionas cuando tu primer orgasmo asoma.
He perdido toda coherencia y solo deseo ver
como suda tu frente… mientras como fuente de chocolate chorrea tu vientre.
Al fin explotamos y como recién salidos de una
sauna quedamos… que buena descarga en nuestro cuerpo nos llevamos.
Me deleito contemplando tu piel de terciopelo…
mientras el roció resbala sobre tu armónico cuerpo.
Y acabado este evento, me siento orgulloso de
haber cumplido tu mandato… despertarte en media hora sin quedarme anonadado,
por no decirte clavado.
Y quiero acabar este relato con una frase bucólica:
divina siesta que me deja tan feliz como el pastor con sus ovejas.
Arróllame como un tren y espárceme en millones
de pedazos, para sembrar la semilla de la psicodelia en el negro asfalto…
gratitud entre tus brazos y fuego en tu forma de morder mis labios.
Alejandro
Maginot.
¿Quién no sufrió alguna vez la tesitura de
seguir los pasos que le marcaba una sociedad con la que no estaba de acuerdo?
¿Quién desorientado fue cobarde y no supo
tomar las riendas de su vida?
Qué difícil es liberarse de unas cadenas
impuestas moralmente, que ineficaz es dejarse subyugar y no actuar como el
sentimiento te lo mande.
Libérate y no te importe la gente… actúa como
lo dicte los latidos de tu corazón.
Alejandro
Maginot.
No te dejes eclipsar por el primer brillo que
resalte ante tus ojos. Como dice el refrán “No es oro todo lo que reluce”.
Muchas veces sería mejor tener unas gafas de
sol, para que ese falso brillo no te deslumbrara y tu vida erraras.
Y si por casualidad del destino te has
equivocado, a la más mínima sal corriendo y no dejes que el mal en tu casa se
aposente.
Alejandro
Maginot.
Nunca la
debilidad fue tan pronunciada como la que tus curvas provocaban en mí, ojos de
diamante que al acariciarlos la luz me cegaban, sexo cálido que mis sienes
golpeaban, historia refrescante que en un suspiro nos hacía perdernos como
abeja en su enjambre.
Alejandro Maginot
Este cuento sensual sólo refleja la intensidad
de amar en un grado superlativo, al cual sólo se puede llegar cuando el camino
recorrido ha sido especial. Disfrútalo y haz que lo disfruten…