Percibiré aunque este a mil kilómetros de ti,
la necesidad que sientes porque no deje de penetrarte ni un sólo instante;
porque según me juras, no quieres arañar
el barandal de la cama que, sostiene esos huracanes que nosotros
generamos… cuando sobre ella follamos.
Te confesaré lo que de ti necesito en esos
instantes, que como animales nos apareamos, sin darle tregua al descanso que
cualquier cuerpo necesita… cuando con tanta fuerza y deseo se fornica.
Comulgaré no sólo como el catecismo dice una
vez al año, comulgaré cada día, porque así me lo suplicará tu vagina… extenuada
después de cada liza.
Santificarás mis pensamientos impuros, cuando
por la noche veo tu cuerpo desnudo, arrancando hasta de mí ser el orgasmo más
puro.
Ni ayunaré ni dejaré de comer tu carne,
aunque la iglesia me lo mande; pues devorarte y saborearte… es mi pasión
constante a cada hora del día.
Y aunque te pida clemencia, no me hagas caso
y castígame de la forma más severa… hasta que mi falo llorar no pueda.
Derrama tu cáliz, por todos los rincones de
mi cuerpo, que este te rendirá pleitesía, coronando tu boca con el elixir de la
vida… que le darán a tus entrañas ese calor que tanto necesitan.