Sabias cuanto disfrutaba de los veranos del sur, por eso era el regalo que siempre me hacías, ni norte, este u oeste, el sur estaba siempre presente en tu mente.
Pueblos de fachadas tan blancas que casi los
ojos te cegaban, donde la sombra de tu silueta en cada pared se dibujaba,
mientras yo amartillaba las ganas de poseerte en cada calle, escalón o plaza.
Roja se ponía tu piel, que en unos días
morena se tornaba, yo vibraba con los cortes de color, que cuando te desnudabas…
el bikini había provocado en tus carnes, tersas como la llanura de la sabana.
Paseos interminables por la playa, orgullo de
ver como tus senos desnudos la gente hipnotizada miraba, besos afrodisiacos con
sabor a sal, yo los degustaba con la misma intensidad que, disfrutaba al lamer
tu perla con sabor a mar.
Me arrastrabas tras tu olor, como las perras
atraen a los machos a su voluntad. Desconcierto entre el color de tus ojos y el
azul del mar, haz un surco con mi cuerpo en la arena y acomódate en lo alto de
mi falo, como si yo fuera un pedestal.
Transmitir las ganas de hacer el amor, era la
forma más divertida de contagiar a los demás, queríamos que entendieran… que al
sur se viene a descarnarse, sin parar de follar.
Todo tenía otro color, desde el celeste del
cielo hasta el hoyo de tu ombligo tentador, abducido por tu cuerpo, enardecido
por tu voz, me arrojaba a tu sexo sin miedo a que se parase mi corazón.
Desencajados quedábamos al fornicar sin
control, contorsiones inimaginables, que doblegaban nuestras articulaciones…hasta
el más peligroso punto de las torsiones, por no haber calculado bien las
ecuaciones.
Pero de todos los encantos del mundo, era tu sudor
lo que provocaba en mí el delirio del placer, resbalar sobre tu piel, como algo
que se te escurre y con más fuerza quieres coger, era la locura máxima, donde
yo clavaba mis garras sobre tu cuello, para con más fuerza poderte poseer.
Último día de las vacaciones, a las doce
abandonábamos el hotel, desde las ocho infringiendo a nuestros cuerpos todo tipo de placer, ya como maratonianos a
punto de llegar a la meta, un último esfuerzo teníamos que hacer. Fue la ducha
donde te atropellé, dándote por tus tres recipientes de beber… no quería que
volviéramos a casa, escasos de sed.
Alejandro Maginot
Ese Sur según nos lo describes en cuestión de furor pasional es como estar en el paraíso del placer.
ResponderEliminarNos dejas un relato fresco a la vez que caluroso, fresco por la naturalidad de reflejar la pasión y el deseo de ambos, y caluroso por todo lo que ello conlleva. Menos mal que la ducha dio el impulso final...
Gracias siempre por dejar que la imaginación de rienda suelta a la ilusión.
Un abrazo y un feliz resto de semana.
Pues si querida amiga, no se que tiene el sur, que en todos los países lo busca la gente. El sur no tiene el poder industrial del norte, pero si te puedo asegurar, que tiene la calidez y sensualidad que aportan sus rayos de sol, las personas saben divertirse y su ubicación levanta el erotismo de cualquier persona.
ResponderEliminarGracias una vez más por tu ingenioso comentario.
Te mando un abrazo cargado de cariño.